Los últimos días de la exposición, especialmente los fines de semana en los que había un gentío en el museo por la exposición de Anish Kapoor, me dio por sacar un banquito debajo de la fotografía de la veladora del FONCA a la salida de la muestra y sentarme con mi letrero de Si tiene dudas… pregunte para platicar con el público. Como saben, este letrerito es de mi Performance parásito en el que me paro junto a otros performanceros, por lo que esta es una pieza parásita de la exposición.
La experiencia fue muy enriquecedora.
Hubo desde personas que me veían con mi letrero y me preguntaban dónde estaba el baño (cosa que respondía con gran certeza), hasta quienes se sentaban un ratote a hablar sobre arte o feminismo.
También pasaban amigos y colegas con quienes cotorreaba el punto y no faltó la hija de un compañero de primaria que no he visto en 50 años o compañeros de escuela de mis hijos canosos y barbones. Varias personas simplemente me quisieron abrazar.
Me tocó platicar con estudiantes, diplomáticos, mamás y papás, artistas, feministas, científicos, contadores, funcionarios y maestros de todas edades. Venían solos o en grupo. Hablé con un jovencito que me dijo angustiado que nunca había pensado que los piropos fueran violentos, una chamaquita de una secundaria en Ecatepec que me platicó que estaban haciendo una obra de teatro sobre violencia de género y varias personas que me contaron experiencias muy personales.
Cuando no había personas me dediqué a observar al público. La gran mayoría de las personas recorría esta y otras muestras como si estuvieran en un centro comercial viendo aparadores. Su mirada iba por encimita y cuando salían pasaba por encima de mi cabeza y ni siquiera me veían.
Un cierto porcentaje de la exposición se clavaba en las piezas, caminando de atrás para adelante como para releer cada obra con la nueva información que tenían después de ver otras. Unos cuantos leían y leían y leían, veían y veían y veían. A la salida se sentaban a platicar conmigo largo y tendido. Nos tomábamos selfies.
Un último grupo que me sorprendió es el de personas que traían cámaras profesionales: ellos y ellas siempre salían y me reconocían. Yo supongo que su mirada está más entrenada y a lo largo de la exposición habían visto las fotografías con más atención.
Mi obra difícilmente se vende pero este tipo de experiencias me hacen sentirme ampliamente retribuida.
Mónica Mayer, 2017
La pieza que más me sorprendió en la exposición fue Abrazos que habitó la muestra como instalación documental de las piezas originales y como reactivación, misma que pueden consultar aquí.
Mónica Mayer y Karen Cordero
Cuando Karen Cordero propuso incluir esta pieza en la curaduría tuve dudas porque me parecía extraño presentarla en México porque no sabía cómo funcionaría en un contexto museístico y porque es una pieza cálida y hasta cierto punto cursi, características generalmente mal aceptadas en los contextos de arte contemporáneo. Pero, como le tengo plena confianza a Karen como curadora, acepté ponerla.
Usamos gafetes para mostrar la documentación de los performances en Rumanía (2008) e Israel (2009) como referencia a La de mayo, una acción que realizamos como parte del proyecto Las de 1999 cuando con un grupo de performanceros (Pilar Villela, Luis Orozco, Laura García, Ana Roldán, Nicolás Pradilla, Andrea Ferreyra, Pancho López y nuestros hijos, hicimos una exposición en la que las obras estaban montadas en gafetes que se ponía el público para pasar un rato en el jardín.
Originalmente, en la exposición en el MUAC, el público tendría acceso a los gafetes para activar la pieza todo el tiempo, pero logísticamente resultaba complicado porque no se tendría control sobre los gafetes (y es una friega hacerlos) y por porque pensé que podía prestarse a situaciones de acoso, por lo que se decidió que los enlaces o yo reactiváramos la pieza durante los recorridos. Calculo que lo hicimos por lo menos 80 veces.
Me parece que esta obra quedó muy bien dentro del guion museográfico porque la exposición empezaba con las dramáticas denuncias de El Tendedero y terminaba con la experiencia cálida y catártica de Abrazos. Por otro lado, a lo largo de la muestra el público enfrentaba distintas estrategias de reactivación de performance y en esta se le invitaba a hacer la pieza.
Aquí les dejo el pequeño video que hicimos con materiales de las reactivaciones en el MUAC para una expo en Chile para que se den una idea de cómo funcionó. Los mejores comentarios del público fueron sobre esta pieza.
Mónica Mayer 2016
Hay dos motivos por los que decidimos mostrar juntos nuestros performances Nuestra Bandera y Yo no celebro ni conmemoro guerras (Batiente 0.7, Pinto mi Raya). El primero, el más obvio, es que en ambos jugamos con el elemento bandera y era una forma de contraponer dos estrategia de performance a través de un mismo elemento y mostrar ejemplos de artivismo de Pinto mi Raya. El segundo, el que verdaderamente nos interesaba, es que ambos son performances documentados por Antonio Juárez y queríamos subrayar la importancia de la colaboración que se invariablemente se da entre “los artistas” y “el fotógrafo”. Para nosotros la documentación de un performance no es un trabajo secundario, especialmente con un fotógrafo como Juárez, cuya fina mirada es parte importante del resultado final.
Nuestra Bandera fue la pieza con la que participamos en el proyecto Acciones en Ruta en 2003, cuando un grupo de artistas del colectivo internacional Black Market y varios performanceros mexicanos recorrimos varias plazas públicas para realizar acciones. Nosotros llevamos una bandera que llevaba tiempo añejándose frente a nuestra casa y por lo mismo estaba deteriorada por el clima y le pedimos al público que nos ayudara a restaurarla, lo cual hicieron con gusto porque, como desde hace tanto, eran tiempos de crisis en el que muchos sentíamos que nuestro país estaba maltrecho.
Durante la acción nos colgamos unos letreros que hablaban de que varias veces nos habían tocado a la puerta a preguntarnos si aquí era el consulado mexicano. Al final envolvimos la bandera y la vendamos.
Yo no celebro ni conmemoro guerras es un proyecto que venimos realizando desde 2008 reproduciendo en distintos medios esta frase que es un planteamiento que cuestiona la forma en la que ciertos rituales sociales promueven una aceptación implícita del uso de la violencia como la mejor manera de resolver conflictos. La pieza se ha construido a partir de invitaciones y sugerencias de colegas e instituciones. En este caso, la Casa del Lago nos invitó a participar en su proyecto Batiente 0.7 en el que invitan a artistas a diseñar banderas. El día que se izó la bandera también llevamos a cabo un performance invitando al público a ponerse la camiseta con la frase y a sentarse a platicar sobre esta idea. Al final todos compartieron lo que celebran en su vida cotidiana.
Mónica Mayer 2016
Las bodas y el divorcio es una instalación documental que reúne ejemplos del trabajo íntimo que hemos realizado Víctor Lerma y yo desde 1980 a través de performances muy personales.
Para la exposición digitalizamos y editamos los videos que pueden ver abajo. Sachiko Uzeta generosamente nos apoyó haciendo dirigiendo la edición de los materiales, que fue realizada por Tonantzin Arreola.
Foto falsa a 10 años de la boda
Mónica Mayer, 2016