¿A qué nos referimos con el arte feminista? Es un arte que cuestiona —desde sus temáticas, procesos, materiales y modo de involucrar a las personas— las dinámicas de exclusión, invisibilización y violencia producidas por construcciones desiguales de género, y que configura propuestas alternativas en este sentido. La coincidencia de la formación de Mónica Mayer como artista en la Escuela Nacional de Artes Plásticas en la Ciudad de México.
CARTEL PARA MESA REDONDA SOBRE ARTE FEMINISTA
ARCHIVA. OBRAS MAESTRAS DEL ARTE FEMINISTA EN MÉXICO
COLLAGE ÍNTIMO: PALOMA, PAREJA, A VECES ME ESPANTAN MIS FANTASÍAS
TRADUCCIONES: UN DIÁLOGO INTERNACIONAL DE MUJERES ARTISTAS
¡MADRES!
CARTA A MI MADRE
EGALITÉ, LIBERTÉ, MATERNITÉ
MADRE POR UN DÍA
MÍTICO ENCUENTRO ENTRE LA SIERRA MADRE ORIENTAL Y LA SIERRA MADRE OCCIDENTAL
OROZCOMANÍA
SOSPECHOSO GRUPO DE ARTISTAS FEMINISTAS CONVOCA A LA BIENAL "OLGA TAMAYO"
VIVA LA REFORMA DEL PASEO DE LA REFORMA
"Víctor y yo regresamos a México a mediados de 1981 después de una gira de cinco meses por varios países europeos impartiendo conferencias sobre las propuestas de la generación de Los Grupos, el arte feminista y el trabajo de las artistas mexicanas. Mi mamá había muerto hacía unos meses y Adán, nuestro primer hijo, ya venía en camino. Nació en noviembre. Aunque me mantuve bastante ocupada durante varios meses aprendiendo a ser mamá, chambeando como maestra de inglés y defendiendo el poco tiempo que tenía para mi trabajo artístico, sentía que era urgente proseguir con las propuestas de arte feminista.
El ensayo de la Fiesta de XV Años. Foto: Ana Victoria Jiménez
Un buen día, en 1982, me presenté ante José de Santiago, que en aquel momento era director de estudios de posgrado en San Carlos y le propuse realizar un curso de arte feminista para poner en práctica lo que había aprendido en Los Ángeles. Para mi asombro aceptó inmediatamente y así fue como empecé a impartir el taller La Mujer en el Arte, que estuvo integrado por artistas, historiadoras y feministas de diversas profesiones. Ya formado el grupo nos dedicamos a investigar la situación de las creadoras en México, a estudiar aspectos teóricos del arte feminista y a desarrollar trabajo creativo a partir de las técnicas que aprendí en EUA. En 1983, decidimos integrarnos como grupo de arte feminista y nació Tlacuilas y Retrateras.
Como proyecto principal se decidió abordar el tema de la fiesta de quince años, un ritual social muy arraigado. Tlacuilas y Retrateras estuvo integrado por Ana Victoria Jiménez (fotógrafa y editora, de larga trayectoria como militante y organizadora de eventos de arte feminista), las
historiadoras Karen Cordero y Nicola Coleby, las artistas Patricia Torres, Elizabeth Valenzuela, Lorena Loaiza, Ruth Albores y Consuelo Almeida y la promotora cultural Marcela Ramírez.
De la exposición: piezas de Julia de la Fuente y Roselle Faure
El resultado de la investigación fue un proyecto visual llamado La fiesta de quince años que se presentó en agosto de 1984 en San Carlos. Durante meses realizamos toda una labor para involucrar a distintos miembros de la comunidad, desde los vecinos de la colonia, hasta artistas, críticos y a los medios. El día de la fiesta, a la entrada de la Academia, la Victoria de Samotracia recibió al público vestida de quinceañera entre nubes de hielo seco.
Esa tarde cayó un aguacero torrencial. No había techo en el patio de San Carlos porque lo estaban restaurando. Empezamos el evento en medio de un caos que jamás nos sacudimos porque además llegaron más de dos mil personas cuando esperábamos a trescientas. Ni siquiera podíamos atravesar los pasillos para manejar los reflectores. La fiesta, bajo la conducción de María Eugenia Pulido y Armando de León y basada en un guion escrito por el grupo, dio inicio con el tradicional baile.
En nuestra fiesta las damas de honor fueron artistas que diseñaron sus vestidos: la que no traía un cinturón de castidad, vestía la crinolina por fuera o traía huellas de manos sobre su ropa. Como parte del proyecto invitamos como padrinos a diversos miembros de la comunidad. Raquel Tibol, por ejemplo, fue madrina de libro; Sanborn’s nos donó un enorme pastel en forma de zapatilla; Eric Zeolla compuso el vals Sopa Inglesa para la ocasión y José Luis Cuevas fue el padre de la quinceañera, aunque por desgracia llegó tarde y las multitudes impidieron que nos percatáramos de su presencia.
Además de la fiesta en la que hubo varios performances, presentamos una muestra con obra realizada exprofeso por 30 mujeres artistas y Nahum B. Zenil, que fungió como padrino de exposición para que no se dijera que éramos sexistas a la inversa. Participaron Fanny Rabel, Yolanda Andrade, Magali Lara y Leticia Ocharán, entre otras.
Aparte de acercarnos a la temática de los quince años de manera fresca, quizá lo más importante de la exposición fue que abrió la puerta a las propuestas artísticas kitsch, tan de moda hoy. Como parte del proyecto visual también hubo lecturas de poesía en las que participaron Patricia Vega y Magali Tercero y la presentación de la obra de teatro de Carmen Boullosa Cocinar hombres.
Entre los performances de esa velada se presentó Nacida entre mujeres del grupo de arte feminista Bio-Arte, integrado por Nunik Sauret, Laita, Roselle Faure, Rose Van Lengen y Guadalupe García,cuya propuesta giraba en torno a los cambios biológicos de la mujer. Ellas confeccionaron unos sugerentes vestidos de quinceañera de plástico transparente o estampado, empaque adecuado para esa ocasión que para muchas mujeres significaba el ingreso al mercado matrimonial. También es un material idóneo para una ocasión que, si bien tuvo sus orígenes en antiguos rituales, hoy está rodeada de frivolidad y dispendio. Durante el performance, Roselle, Rose y Nunik «destapaban» a Guadalupe, que aparecía desnuda, como recién nacida. Cabe mencionar que en ese momento todavía no se ponían de moda los concursos de ropa diseñada por artistas.
Robin Luccini, Eloy Tarcicio y María Guerra participaron con un controvertido y explícito performance en el que ellas se vistieron con bisteces. Por su parte, Patricia Torres y Elizabeth Valenzuela presentaron Espejito-Espejito, una pieza muy íntima que se perdió en el caos, el tumulto y los golpes sobre el suelo del paraguas de Raquel Tibol exigiendo a las artistas que se apuraran. Por cierto, en una carta publicada en Unomásuno en agosto de 1984 Maris y yo felicitamos a Tibol porque «al final cambió su colaboración de madrina a consumada artista de acciones, al hacer un performance dentro del performance que se estaba desarrollando según el programa, y en el cual representó magistralmente el papel de la típica mamá regañona e irrespetuosa de la quinceañera». Como sabíamos que Raquel no se iba a quedar callada y sólo yo tenía teléfono, Maris me sometió una tarde entera a un entrenamiento riguroso para poder contestarle a la feroz crítica sin desfallecer. Cuando Tibol me habló a la mañana siguiente para pedir que nos retractáramos me pude defender bastante bien y me negué.
En el grupo Polvo de Gallina Negra optamos por una participación con Rubén Valencia y Víctor Lerma que se llamó Las ilusiones y las perversiones. Mientras Víctor y yo nos besábamos apasionadamente con un enorme corazón tejido como fondo, Maris portaba un vestido con el sexo de fuera que Rubén le desprendió dejando correr un hilo de sangre. Después Rubén roció al público de semen con una jeringa y no sé que tantas otras perversiones que además no pude ver por estar tan ocupada.
En la clausura de La fiesta de quince años Maris y yo realizamos el performance Tres recetas del Grupo Polvo de Gallina Negra en el que analizamos el evento realizado por Tlacuilas y Retrateras y propusimos varias dinámicas para defenderse de la crítica, basadas en nuestra exitosa experiencia con Raquel Tibol. Aunque ésta era también una respuesta a algunas reporteras culturales que nos destrozaron. Al releer los textos, algunos escritos por periodistas que hoy son muy reconocidas, comprendo que a pesar de que el proyecto tuvo muchas fallas técnicas, nuestras detractoras ni siquiera contaban con un vocabulario adecuado para hablar de ese tipo de propuestas. Se nos tachó de malas actrices, por ejemplo, sin darse cuenta que estábamos haciendo un performance. En su crónica La fiesta de quince años vista por la clase media intelectual publicada en El Nacional el 30 de agosto de 1984, mi querida Merry Mac Masters apuntaba: «Luego se presentaron cuatro cuadros:
Nacida entre mujeres, Por Isabel, Las perversiones e ilusiones y Espejito, espejito nada claros en sus intenciones, aparte de la pésima actuación...» Creo que ni siquiera conocían el término performance. En esa misma fecha, pero en el periódico El Día, mi estimada Raquel García Peguero describió la velada en su texto Entre holanes, tules y pastel se inauguró «La fiesta de quince años» de la siguiente manera: «Para realizarla planearon cinco actividades, una exposición colectiva en la que participan más de 30 artistas, compuesta por pintura, fotografía, dibujos y objetos, que fue lo último en aparecer, y cuatro pequeños skechetes (sic) que denominaron acciones plásticas. La pintura, titulada Gran fiesta de quince años, consistió en mostrar la típica bajada de la escalera de las damas y chambelanes antes de bailar el vals».
Entre el agotamiento por el evento, las críticas y el hecho de que yo ya estaba embarazada de mi hija Yuruen, el grupo se desintegró al poco tiempo.
El taller también se acabó porque destituyeron a Gerardo Portillo como director de la ENAP y quitaron cursos como el mío. Las participantes en el taller enviaron una carta a los periódicos protestando, pero no sirvió de nada.
Otro texto que pueden consultar es Los grupos de arte feminista en México de Gladys Villegas Morales.
Sobre la Fiesta de XV Años hay poca documentación: algunos textos, unos cuantos documentos y muchos recuerdos. Ante esta situación, cuando se llevó a cabo la exposición Mujeres: ¿y qué más? en la Universidad Iberoamericana en 2011 con documentos del Archivo Ana Victoria Jiménez, Liz Misterio hizo el video La mítica fiesta de quince años, entrevistando a algunos de los participantes en el proyecto visual. Lo pueden ver aquí y también en la exposición.
Mónica Mayer, 2016
Influenciados por los tiempos, un grupo de amigos decidimos integrarnos como el colectivo A.N.A. (Artistas neuróticos anónimos). Víctor Lerma, Tomás Caldera, Luis Vidal, Lucy Santiago, Rosalba Huerta y yo éramos los flamantes integrantes del colectivo.
Nuestro primer proyecto fue participar en una convocatoria para exponer en la Casa del Lago. Enviamos nuestro proyecto. Tristemente (para el grupo) y felizmente (para nosotras y para el arte feminista), nos la dieron, pero sólo a las mujeres. Se decidió que aceptáramos y ahí surgió la idea de Collage Íntimo, la primera exposición de arte feminista en México.
En la invitación exponíamos nuestras ideas.
Para la exposición yo realicé una serie de cuadros que con fotografías de genitales. Uno de ellos, el que abrió la exposición, tiene una cortinita enfrente. Empezábamos a hablar de tabúes.
La noche antes de la exposición, mis papás me llamaron porque les preocupaban las reacciones por estas obras tan atrevidas. Extrañamente, les preocupaba que corrieran a mi hermano de su trabajo en un banco. Curiosamente, tuvieron gran éxito y buenas reseñas. Uno de ellos, Pareja, después obtuvo tercer lugar en el Concurso Nacional de Estudiantes de Artes Plásticas. El premio me sirvió para irme a estudiar al Woman’s Building. La pieza hoy es parte de la colección del Museo de Arte Contemporáneo de Aguascalientes.
Otro de ellos, Paloma, pasó a ser parte del Patrimonio de la UNAM porque se acostumbraba que quienes exponíamos en la Casa del Lago le donábamos una obra.
Aquí lo que salió publicado en Cíhuat, la Voz de la Coalición de Mujeres sobre nuestra exposición.
Mónica Mayer, 2016
De entrada, yo lo diseñé y ganó un concurso. Fue mi primer logro profesional.
Pero además, el cartel anunciaba una charla entrevista, en la que participamos Armando Torres Michúa, Juana Gutiérrez y yo. Había regresado a la ENAP llena de entusiasmo de mi primer taller de dos semanas en el Woman’s Building en Los Ángeles con Judy Chicago, Arlene Raven, Sheila Levrant De Brettville y Ruth Iskin y quería compartir todo lo que había descubierto, pero estaba aterrada de hablar en público porque era timidísima. Armando Torres Michúa y Juana Gutiérrez, mis queridos maestros de historia del arte, me lanzaron al ruedo, pero le entraron conmigo: hicimos una presentación entre los tres. Ellos contextualizaron y yo platiqué mi experiencia. Para darle un toque de informalidad a la plática, nos sentamos en la mesa sobre el escenario.
A mi regreso de aquel taller decidí que quería volver a Los Ángeles al Feminist Studio Workshop, el programa de 2 años del Woman’s Building y que mientras llegaba el momento me integraría al movimiento feminista.
Ya entrados en el tema de los carteles, les comparto este volante de la primera manifestación del movimiento feminista que se encuentra en el Archivo de Ana Victoria Jiménez en la biblioteca Francisco Xavier Clavigero en la Universidad Iberoamericana y que también está incluido en la exposición. Me encanta porque muestra la esencia del movimiento feminista: una revolución cultural. ¿A quien más se le ocurre hacer una manifestación en contra de un mito?
Mónica Mayer, 2016
La crónica de todo el proyecto, incluyendo su aparición en el MUAC, la encuentran en mi blog De Archivos y Redes aquí.
En la exposición ARCHIVA se presentó a manera de documentación en sala con código para entrar a la versión digital del archivo en internet que pueden consultar aquí y en su versión física se montó en Arkehia, el centro de documentación del museo y su hábitat natural. Aquí pueden leer un poco más de ésta y otras obras que se presentaron fuera de sala.
Mónica Mayer 2016