Estas piezas se reactivarán durante la exposición e iremos subiendo aquí la documentación.
Fotos Nimrod Gershoni
Abrazos es un performance participativo que empezamos Víctor Lerma y yo en 2008, cuando nos invitaron aI Festival de Performance México-Transilvania en Rumanía y que también presentamos en 2009 en el Festival ZAZ en Israel. Aquí la documentación de la pieza original.
Como Pinto mi Raya es un proyecto muy local, pensado para nuestra comunidad y además creemos que 80% de un trabajo es su contexto, cuando aceptamos ir a otro país proponemos acciones básicas de encuentro como ir a decir quiénes somos o llevar un abrazo. Son pequeños puentes. Tratamos de evitar proyectos turísticos, de esos en los que los artistas van a otra parte del mundo y en tres días hacen un trabajo sobre esa comunidad. De igual forma procuramos alejarnos de proyectos de corte asistencialista.
En 2008 nos metimos a FB, que cada día agarraba más fuerza, y empezamos a utilizarlo para desarrollar proyectos artísticos. Para Abrazos les pedimos a nuestros amigos que nos compartieran la historia de uno que hubiera sido significativo para ellos para ir a dárselo a alguien del otro lado del charco. Poco antes habíamos tomado algunos talleres de cuenta cuentos, disciplina análoga al performance en tanto que no hay personajes sino personas frente al público y esta pieza nos permitió jugar un poco estas ideas.
Presentar Abrazos en la exposición en el MUAC en este 2016 nos planteó el reto de mostrar una acción que involucra totalmente al cuerpo del público en un museo. Colgar la documentación fotográfica del performance nada más no daba el ancho por lo que decidimos diseñar unos gafetes con las historias de los abrazos, para que el público se los pusiera e hiciera la pieza por su cuenta o con los Enlaces, que son los jóvenes de servicios educativos que apoyan a los visitantes en el museo. La idea de que fueran gafetes viene de nuestro proyecto La de mayo: Garden Exhibition, una exposición/performance que hicimos en 1999 en la cual al entrar el público se ponía un gafete con la obra expuesta y tenía que acercarse a los demás para ver el resto de la exposición.
Foto Oliver Santan
En la muestra hay 13 gafetes con 5 historias de abrazos cada uno.
Originalmente la idea era que el público se los pusiera y fuera a darle el abrazo a otra persona en laexposición, pero decidí sólo activarla personalmente o a través de los Enlaces para evitar algún malentendido o un posible caso de acoso.
La primera reactivación de la pieza fue durante la inauguración, cuando un grupo de cómplices nos ayudó llegando vestidos de negro, poniéndose los gafetes y compartiendo las historias y los abrazos.
En mi primer recorrido seguimos ese mismo formato, pero la pieza fue agarrando su propio caminito gracias a las sugerencias de los Enlaces. En versiones subsecuentes nos pusimos en círculo, leyéndolos colectivamente, lo cual permite escuchar varias historias y que cada persona dé y reciba y abrazo.
Desde un principio la pieza ha resultado muy emotiva. De hecho, me gustan más las versiones que hemos hecho en México que las que fuimos a hacer a otros países. Casi siempre hay alguien que llora cuando lee algún abrazo que le toca fibras personales, pero invariablemente hay rostros felices y el ambiente en el grupo se hace más cálido.
Foto: Ulises Valderrama
A lo largo de los meses yo he conducido la pieza en más de 40 ocasiones y los Enlaces otras tantas. Han sucedido cosas sorprendentes. En ocasiones las personas deciden compartir un abrazo personal en lugar de leer una de las de los gafetes, a veces son abrazos secos y otros eternos.
Quizá el que recuerdo con más afecto es el día que llegó mi colega performancera Diana Olalde a uno de los recorridos y casualmente le tocó el abrazo que ella nos había enviado años antes. Lo leyó, lo dio y fue muy emotivo.
Todas las fotos que no traen crédito son de Mónica Mayer
Mónica Mayer, 2016
No recuerdo de quien es esta imagen durante uno de los Tours, pero me pareció divertidísima.
A veces una pieza es otra cosa y, de repente, cuaja como obra. Esta es la historia de Si tiene dudas… el tour.
Empecemos por el principio.
El espíritu de esta exposición está en su título. Si tiene dudas… es el texto que uso en mi Performance parásito, pieza que he venido realizando por mi cuenta o con Víctor Lerma desde 2005 y en la cual nos paramos junto a otro performanceros trabajando con una pancartita con dicho escrito para dialogar con el público. Originalmente el objetivo de la pieza era tender un puente entre artistas y espectadores pero desde la primera presentación me di cuenta que lo importante es que era una forma de aprender a ver a través de los ojo de otros.
IV Encuentro de Arte Corporal, Venezuela, 2008 Probador: resignificando las fronteras del cuerpo, 2011, Casa Vecina
El título de la muestra también incluye la palabra retrocolectiva, acuñada por la crítica e investigadora de arte feminista argentina María Laura Rosa cuando le comenté que estábamos haciendo una retrospectiva y me dijo que cómo era posible, si tantos de mis trabajos eran colectivos, en colaboración o participativos. La curaduría de Karen Cordero, cuyo planteamiento es abiertamente feminista, subraya estas formas de trabajo, así como los vasos comunicantes con otras artistas: el arte como un proceso colectivo y no como la creación de un “genio”.
Otra característica de la expo, es que Cordero y yo concebimos la exposición como un medio, no como un fin. En otras palabras, es una acción, en términos de Hannah Arendt, cuyo objetivo es echar a andar procesos. Es un acto político. Por lo mismo, la exposición ha tenido un nutridísimo programa “paralelo”, que es parte integra de su concepción, incluyendo cosas como el Editatón de Mujeres Artistas 2016, el Apapacho Estético realizado en colaboración con las Brigadas de Belleza Itinerante, las conferencias magistrales impartidas por Andrea Giunta y María Laura Rosa y los paneles con Selene Preciado, Erin McCutcheon, Pepe Álvarez Colón y Julianne Gilland, las visitas guiadas de Víctor Lerma, Julia Antivilo, Katnira Bello y Marisol Gasé, etc. Existe una creencia muy generalizada de que cuando el arte político entra al museo, pierde potencia. Yo estoy convencida de que esto sólo sucede cuando abandonamos las obras a su suerte, como si los museos fueran panteones o guarderías, pero hay formas de trabajarlas para que pase lo contrario.
En este sentido, desde un principio planeamos hacer una serie de visitas al archivo de Pinto mi Raya, en donde yo haría mi performance El Tour, que es un recorrido por ciertos documentos del archivo para crear una narrativa y forma parte del proyecto Visita al Archivo de Pinto mi raya. Sin embargo, una vez inaugurada la exposición vi que era absurdo hacer esta pieza en las instalaciones de Pinto mi Raya porque muchos de los documentos que hubiera utilizado estaban en el MUAC. Además, el presentar tantos performances al museo me estaba irritando porque, aunque desarrollamos diversas estrategias para no limitarnos a la clásica foto o video documental que invariablemente achata la obra, me surgió un antojo incontrolable de vengarme y performancear la exposición. Así nació Si tiene dudas…El Tour.
Foto Ulises Valderrama
Como dije al principio, para mí, a veces una cosa como un taller o una conferencia es un performance, a veces no. Esto no necesariamente tiene que ver con la parafernalia que uso durante el evento o algo que haga yo de manera diferente, sino de la congruencia que tiene dentro de ese proyecto en particular. Por ejemplo, en Maternidades secuestradas, todo el proceso fue parte de la pieza. A veces, acciones hechas a lo largo de los años, como en la pieza Las bodas y el divorcio acaban aglomerándose y formando un conjunto que considero una obra.
En el caso de Si tiene dudas…El Tour, empecé planteando un simple recorrido de la exposición, pero después del primero recorrido me di cuenta que, como en el Performance Parásito, la interacción con el público me permitía acercarme a mi propio trabajo de otra manera y me divertía un montón. A partir de ese momento asumí los recorridos como pieza.
A la fecha (16 de junio de 2016) he realizado 40 performances. Todos son distintos y todos me regalan algo.
Foto Rogelio Barreiro
La primerititita visita fue con un grupo de estudiantes del seminario “Creación, distribución, consumo y representación/significación de los géneros en la cultura” de Estudios de la Mujer en la UAM. ¿Qué más podía pedir? Después de la mayoría de los recorridos que duran como hora y media nos sentamos otra hora más a platicar en El Ágora.
Fotos Ulises Valderrama
Con el grupo del curso Creadoras latinoamericanas: literatura y cine de postvanguardias de Yanna Hadatty Mora en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
Entre otros, he recibido grupos del COLMEX, de la Ibero, de varias carreras de la UNAM, incluyendo Ciencias Políticas y varios de la FAD, de la Esmeralda, el Instituto de Artes de la UAEH, de la Ibero, del PUEG, de programas de televisión como Luchadoras o de radio como el programa CONTACTO, de patrocinadores de la muestra, amigos del museo, grupos de feministas, etc. Foto Lourdes Almeida
Durante estos recorridos invariablemente se reactivan tres piezas: El Tendedero, Maternidades Secuestradas y Abrazos. De eso iré platicando más adelante.
Para cuando termine la exposición espero haber dado 50 tours.
Me cuentan en el museo que hasta ahora ningún otro artista había dado tantos recorridos de la exposición. Quizá eso es sorprendente, pero creo que quien conozca un poco mi trabajo puede ver que no podía ser de otra manera.
Posdata: En total realicé 52 tours de la exposición.
El feminismo es uno de tantos conceptos que me ha demostrado que no hay dicotomía alguna entre teoría y práctica; que el pensamiento es acción y la acción, manifestación de procesos conceptuales. Re-analizar nuestro presente y nuestras formas de convivencia, necesariamente nos hace mirar el mundo, relacionarnos con nuestro contexto de forma distinta y tomar partido frente a actos que antes ni siquiera hubiéramos cuestionado.
Este proceso de aprendizaje sin duda se vuelve mucho más complejo y enriquecedor cuando se practica en colectivo. Las relaciones que se generan a partir de comentar un tema, compartir los puntos de vista y las discusiones ayudan a construir un conocimiento más complejo. Que no sólo es individual, sino también comunitario. Siempre he sido partidaria de la frase: dos cabezas piensan mejor que una. Todo puede ser posible cuando dos personas se juntan.
El taller “El Tendedero” gestado por el MUAC e impartido por Mónica Mayer, en diálogo con su exposición “Si tiene dudas…” ha trabajado en ese sentido: busca la construcción de acciones y proyectos personales a partir del intercambio de saberes y experiencias entre las integrantes. Una puede entender el feminismo cuando lee teoría, pero es en el ir y venir de las dinámicas -que consisten en escuchar y compartir-, cuando se comprende, se corporiza y se descubre el valor y potencialidad de las relaciones sociales.
Es en ese contexto en el que nace el proyecto Tejiendo Cómplices: una iniciativa colectiva que busca activar los vínculos sociales invisibilizados para que el rechazo al acoso sexual callejero sea denunciado. El objetivo es que tanto la acosada como el testigo asuman el papel determinante que cada uno juega para frenar este tipo de violencia. Creemos que la sensación de acompañamiento, de complicidad, es fundamental para empoderarnos y ACTUAR en contra del acoso, en contra de la indiferencia al otro.
Tejiendo cómplices, ante todo, trabaja con un discurso que apuesta por lo íntimo, (lo personal es político) tomando distancia de señalamientos agresivos. Se suma a las propuestas prácticas y activas para acabar con el acoso sexual sin perder de vista que se busca generar relaciones, activar vínculos y crear complicidades.
La iniciativa funciona por medio de dos dispositivos de encuentro. El primero es a través de una carta que se reparte o “abandona” aleatoriamente en un lugar para que sea recogida y leída por una mujer. La carta comienza con un lenguaje íntimo, que comparte un mensaje creado a partir de una serie de experiencias personales relacionadas con el acoso sexual: busca la empatía y el reconocimiento del acoso como un acto agresivo que debe dejar de ser normalizado. Se invita a la lectora a que le pase la carta a otra mujer, dejando manifiesto que hay que señalar el acoso sexual cuando se suscite, aunque la mujer que resulte agredida en el momento, le sea desconocida. “Hoy por mí, mañana por ti”.
Foto: Nancy García Díaz
El segundo dispositivo es una experiencia presencial en el que se interviene un espacio público para decir el discurso, con la misma lógica que el de la carta, directamente a las mujeres. Personalmente, esta experiencia ha sido la que más me ha llamado la atención pues, al estar en una relación directa, se puede observar realmente qué efecto genera el discurso en el interlocutor. Es claro y comprensible que al momento de acercarse a una desconocida, esta genera actos de defensa, pero una vez que cede para escuchar y las palabras empiezan a fluir, los muros de protección y las sonrisas tímidas se desvanecen ante el reconocimiento del acoso sexual. La comprensión del fenómeno en su persona y las implicaciones que tiene en nuestro modo de andar por la calle y de relacionarnos con los demás, suscita empatía.
Foto: Mónica Mayer
Para mí, es ahí donde radica la importancia del proyecto: en esa mirada entre dos extrañas seguida por un “sí” como respuesta a la pregunta: Yo te defendería, ¿harías lo mismo por mí? Esto no es más que un gesto de amor entre desconocidas que comprueba que la sororidad, entre otros valores de relación social, por más invisibilizada que esté, está latente y viva. Qué importa que la interlocutora haya oído hablar del feminismo o no, lo practica con una mirada de complicidad y enunciando un “sí”.
Por último, me gustaría recalcar la pertinencia de acciones como las que Tejiendo cómplices propone, en especial en el contexto en que se encuentra nuestro país, el cual está separado por la ola de violencia, en donde no vemos obligados cada vez más a relacionarnos con desconfianza, fomentando la individualización. Tejiendo Cómplices apuesta no sólo por acabar con el acoso sexual callejero, sino por regenerar el tejido social, proponiendo formas distintas, que parten del afecto y empatía, de relacionarnos. Con “proponer formas distintas” me refiero a hacer un ejercicio de re-descubrir la otredad y lo que pueden llegar a lograr dos seres unidos por un objetivo común, lo que puede llegar a lograr la complicidad.
Junio 2016.
Sororidad
Reconocimiento mutuo, plural y colectivo entre mujeres
El Destendedero en la movilización nacional contra las violencias machistas. El 24 de Abril se llevó a cabo la marcha contra las violencias machistas.
La cita fue en el Monumento a la revolución, donde llegaron contingentes desde Ecatepec, Estado de México, uno de los más inseguros y con mayor índice de violencia de género. Yo asistí acompañando al contingente de “El destendero”.
Ya en el monumento a la revolución se organizaban los contingentes en espera de la llegada de las compañeras mexiquenses. Contingente el Destendedero extendiendo la pieza.
Marchamos junto al contingente de Amnistía Internacional, que tenían miembro muy activos y entusiastas, me llamó la atención cómo todos, hombre y mujeres por igual, gritaban con energía todas las consignas. “Desnudas o vestidas se respeta nuestra vida”.
El destendedero consiste en un tendedero en el que se colgaron cartas.
Misma que se entregaba a los peatones que observaban la marcha.
Entregando cartas.
Era un día soleado, entre sombras de jacarandas, sombrillas y sombreros, caminamos 7000 asistentes.
El contingente estuvo formado principalmente por las integrantes del Taller El Tendedero, quienes llevaban la voz cantante de las consignas. Integrante del taller de “el tendedero”...
de Mónica Mayer. En la foto Mónica Mayer y Karen Cordero.
En su mayoría son mujeres jóvenes. En dirección a la Victoria alada, mejor conocido como el ángel de la independencia. Integrante del taller de “el tendedero”...
aunque contó con otras cómplices...
amigas, madres, hermanas, compañeras y compañeros. Llegué acompañada de mi madre, con quien nunca había ido a una marcha, ella estuvo entusiasta y siempre dispuesta a ayudar, de hecho fue por su propia iniciativa a la marcha y tomó acción en ella preguntando al grupo como podía ayudar.
Integrantes del Contingente “El destendedero”.
Fue una manifestación pacífica, había personas limpiado lo que dejábamos los manifestantes, como las botellas vacías. Entre todas nos cuidábamos.
Peatones viendo la manifestación.
Había mucha energía y alegría por ver que no estamos solas ante las situaciones de acoso. Gritando las consignas. Al acoso hay que tenderlo y desptenderlo.
Intervención de monumentos del Paseo de la Reforma.
Manifestantes.
Manifestantes.
Manifestantes.
Joven eleva cartel con consigna. "El narcotráfico nos tortura y viola y el gobierno lo protege. #PorqueVivasNosQueremos"
Consignas de el destendedero, propuestas. “Ante el acoso: Campañas educativas”
La energía se mostraba en las risas, gritos, consignas y canciones. Consigna. “No quiero sentirme valiente cuando salgo a la calle, quiero ser libre”
Manifestantes. Madre e hija. “Porque vivir libre, segura y en paz, no es un privilegio, es un derecho, no más violencia hacia las mujeres”.
Manifestantes con consignas. “Con minifalda o pantalón, respétame cabrón”
Consignas. “El acoso no es halago. NO es NO”.
"Ante el acoso: Sororidad!" Consignas del destendedero.
Antes de llegar al Ángel, el contingente extendió el tendedero.
Tendedero extendido.
Miembros del contengente "El Destendedero".
Entrega de carta.
Entrega de carta.
Manifestantes en camino a la Victoria Alada.
Terminamos cansadas pero felices, por caminar bajo el sol, por gritar, por dejar salir la rabia y la impotencia de otros momentos, por sentir tanta energía, por estar embargados de la compañía. Desde ese día se ha estado repitiéndose en mi cabeza:
aplaudan, aplaudan,
no dejen de aplaudir
que el pinche machismo se tiene que morir
Fin
Aquí puede leerse la carta que repartíamos en la manifestación:
http://www.tejiendocomplices.blogspot.mx/2016/04/nuestra-carta.html
#Vivasnosqueremos
Hoy es 9 de mayo. Abro el FB y lo primero que me encuentro es una entrada que comparte Lorena Wolffer sobre el origen del día de la madre en Estados Unidos en el que se plantea que esta celebración surgió en 1879 cuando Julia Ward Howe, ante los desastres de la guerras de aquel momento, escribió la Proclamación del Día de la Madre, cuya traducción encontré en Wikipedia y dice así:
Pienso en la situación actual de México. En las muertes y desapariciones. En los feminicidios. En la marcha de mañana. Y me pregunto, ¿Qué tipos de alianzas tenemos que fortalecer hoy para acabar con esta violencia? ¿Es posible?
Sigo leyendo FB y me encuentro con una entrada de mi querida Gabriela, que comparte materiales de la primera manifestación feminista en México, que fue en contra del mito de la madre. En mi exposición en el MUAC hay una ampliación de este pequeño volante que se encuentra en el Archivo Ana Victoria Jiménez en la Universidad Iberoamericana. Aquella protesta fue el 9 de mayo de 1971. El día antes del día de la madre….
En mi expo en el MUAC están algunos de estos documentos. Mi favorito es el volante de la manifestación en contra del mito de la madre, que marca una forma diferente de entender y hacer política, más allá de la lucha de clases y cuestiones económicas que era como yo recuerdo que se entendía en ese momento. Siempre que lo veo me pregunto ¿Ante qué autoridad se protesta en contra de los mitos? ¿Ante quién, empezando por nosotras mismas que nos hemos tragado y hemos promovido estos mismos mitos? Plantear que había que transformar la cultura a fondo, de adentro hacia afuera y viceversa, fue una forma radical de repensar la política y lo político. Y sí, para mi personal es político, y por lo mismo, lo cultural (y de pasadita lo artístico) también lo son.
Sigo leyendo el FB y me encuentro la documentación de la visita que le di ayer a quienes integran las Jornadas de Belleza Itinerante durante la activación de la pieza Maternidades Secuestradas, que documenta el performance/manifestación que hicimos el 11 de mayo de 2012 y cuya documentación completa en está en mi blog De archivos y redes. Aquella fue La Protesta del día Después.
En el museo lo que hemos estado haciendo es invitar al público a integrarse a la protesta, poniéndose un delantal de Maternidades Secuestradas y tomando una de las pancartas que hicimos específicamente para esta instalación que hablan de problemáticas en torno a la maternidad en el medio artístico.
Esta reactivación de la pieza me gustó mucho porque el contingente real era casi tan grande como el contingente documental. Es el momento selfie de la exposición.
Me inquieta el mundo. Pienso que el día en el que todas las maternidades sean voluntarias y gozosas, ese día terminarán la mayoría de los problemas de la humanidad, incluyendo los bélicos, los económicos y muchos de los de género. Lo malo es que estamos muy, pero muy lejos de llegar a ese punto.
Por lo pronto, partiendo desde lo divertido e interesante que ha sido reactivar esta pieza en el museo, durante los próximos 3 días estaré compartiendo en el grupo de Maternidades Secuestradas en FB esta serie de fotos de las distintas personas que se han integrado a ésta.
Mónica Mayer. 9 de mayo de 2016
Unos días antes de la Movilización Nacional en contra de las Violencias Machistas del 24 de abril de 2016, mi querida colega Adriana Isis Pérez de Zacatecas me escribió para preguntarme si podía utilizar El Tendedero para el evento que tendrían por aquellos rumbos y, naturalmente, acepté gustosa. A continuación les dejo un texto de Isis y otro de Jael Alvarado Jáquez quien también participó.
El tendedero del 24
La cita era a las cuatro, nos instalamos a la sombra de un arbolito y estiramos las liniecitas que servirían de soporte a los papeles que dispusimos en una mesa blanca y grande, sacamos los bolígrafos y yo tenía esa cosquillita en la panza como cuando ponía mi tiendita cuando niña, quería conocer las historias de las mujeres de mi pueblo de su puño y letra, sin retórica partidista.
Llegaron las primeras compañeras a poner su historia en los papelitos rosas. Fue muy difícil escuchar a mis amigas de toda la vida hablar de sus experiencias ante el acoso algunas sufridas desde muy pequeñas y que por culpa o porque “así son las cosas” no habíamos platicado antes. Entonces empezaron a acercarse las que no venían en la bola, las señoras y muchachas que asisten comúnmente a la plaza como todos los domingos a comer un elote después de la misa y platicar sin descanso en compañía de las amigas. Alcancé a oír comentarios en los que las chicas narraban sus experiencias a las amigas mientras las escribían y también me di cuenta que las señoras mayores guardaban silencio mientras hacían lo propio con caras largas y severas recordando los momentos que tanto las han hecho sufrir. Nos encontramos algunas jovencitas que ante la pregunta de si han sido acosadas solo escribieron un “NO” lo cual nos hizo pensar si realmente han tenido semejante suerte o si el acoso es tan “normal” que pareciera que no existe.
Recuerdo también con mucho cariño a la señora Martha que pudo escribir nada en su papelito pero me contó de cómo cuando era muy pequeña fue abusada continuamente por su padrastro, lloramos y nos abrazamos fuerte y antes de irse me dijo que agradecía a Dios por encontrarme en su camino, yo le insistía que teníamos que estar juntas y fuertes que nunca es la culpa del abusado el abuso y cosas así como mantra como para convencerme yo de que nunca fue mi culpa. Estuvimos serias a ratos pero nos regresaba el gusto y los chistes porque a fin de cuentas no estamos solas y si insistimos el acoso y el abuso se tienen que acabar.
Desde que conozco el trabajo de Mónica Mayer lo he admirado profundamente y en particular la pieza del tendedero es una en particular que si bien no goza del humor que tienen otras piezas, tiene una característica fundamental que es la de establecer nexos y complicidades. Pedimos a Mónica nos prestara tantito a este hijo suyo para alimentarle un poquito, darle unas “gorditas de horno” y pensando que lo ayudaríamos a crecer, las que crecimos fuimos nosotras.
Isis Pérez
Guadalupe, Zacatecas
Hoy acompañé un ratito a mi querida Isis Pérez en una acción para hacer visible el acoso: se les pedía a las mujeres que escribieran de manera anónima sus historias y las colgaran en un tendedero.
1. De todas las participantes, dos mujeres atrajeron mi atención, las dos tenían más o menos la misma edad (entre 50 y 60 años) y, cada una en su momento y de forma separada, reaccionaron de forma muy distinta frente al ejercicio.
Una lloraba, agobiada por la emoción, agradecía la posibilidad de poder contar su historia, de sacar un dolor encerrado por años.
La segunda mujer estaba de paso y se detuvo a leer lo que estaba escrito en las hojas del tendedero. Isis le extendió un papelito rosa y la invitó cortésmente a escribir la historia de su primer acoso. "Esas son cosas de las mujeres de ahora", dijo la señora, "cuando yo era joven no existía tal cosa. Lo que ustedes ahora llaman acoso era la forma en la que los muchachos se acercaban a conocernos y de ahí nos hacíamos novios".
Nos dolió pensar en lo bien asimilada que tenemos la violencia como para no percibir la diferencia entre cortejo y acoso.
2. No alcancé a ver el performance que hizo Isis sobre la violencia obstétrica, pero mientras me contaba detalles de su acción y los horrores a los que hacían referencia, pensaba en como a lo largo de los años he ido suavizando en mi recuerdo muchas cosas que viví en mis dos cesáreas y que no me parecieron agradables ni buenas. Es como una pugna interna entre lo que sé qué estuvo mal y una actitud de "Olvídalo. Todo salió bien a pesar de todo. Tus bebés nacieron sanos. Sufrir en esos procesos es inevitable. No te fue tan mal".
Ahí está otra vez la violencia, remachadita en nuestra cultura: las mujeres tratamos de convencernos de que el maltrato obstétrico es en favor de la vida de nuestros hijos y hasta debemos estar agradecidas de todo lo que nos hacen, por salvaje e irrespetuoso que sea. Porque, al final, cuando vemos a los chamacos buenos y sanos, se nos olvida nuestra propia molestia y dolor
(Además ¿no se supone que debemos parir con dolor como Diosito lo dipuso en el inicio de los tiempos? Aguántate. Sé mujercita. Bien que te gustó hacerlo. No seas tan pinche exagerada...)
Jael Alvarado Jáquez
EL TENDEDERO. La actividad cotidiana de “tender ropa” fue tomada en la instalación de la artista Mónica Mayer hace casi 40 años, en una obra que sigue viva.
En lazos, con ganchos para tender ropa y al aire libre, se cuelgan papelitos color rosa. Los papeles narran sucesos de acoso callejero que viven las mujeres al transitar por una ciudad en la que, sólo por su género, son trastocadas con miradas, sonidos, frases y hasta “toqueteos” intimidatorios.
“El tendedero” de Mayer ha sido reactivado y retomado en muchos espacios.
Centro Cultural Universitario (CCU). Es un martes por la tarde, faltan algunos días para que dé inicio la exposición "Si tiene dudas... Pregunte" en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) y en donde se situará "El tendedero" por varios meses.
Junto con Mónica y otras participantes, caminamos por los espacios del CCU volviendo “El tendedero” una instalación móvil. Le pedimos a mujeres que contesten cuatro preguntas, las respuestas se cuelgan en el lazo, las cuales son leídas con curiosidad por otras personas.
Algunas mujeres que participan en la instalación se desconciertan con el tema o se sienten avergonzadas, otras escriben sin reserva. Yo me acerco a pequeños grupos de mujeres, ellas, entre enojos y risas, describen las agresiones que han sufrido en el transporte público. “No hay que ser mayor de edad para recibir insultos, tenía como 10 años cuando un tipo me molestó en la calle”. “La última vez que me acosaron fue ayer”. Una mujer, al pasar, se interesa en nuestra plática: “¿Puedo participar también?”. Otra mujer pide que se incluya a los hombres en la actividad, pues ellos son violentados de muchas maneras en la calle. Se crea empatía con cada persona que participa, es una atmósfera íntima.
Actualmente, hay un gran número de trabajos que se están realizando en contra del acoso callejero hacia las mujeres: acciones artísticas, movilizaciones civiles y apoyo para penalizar del acoso. El tema tiene una gran capacidad de convocar gente: todas las mujeres que transitamos en la ciudad nos hemos sentido intimidadas con gestos, agredidas con frases y enojadas de que un desconocido nos tocó sin nuestro consentimiento. Parece una experiencia obligada en nuestra vida diaria.
El tendedero es la construcción de un espacio de confianza y confesión, que se contrapone a agresiones que nos tomaron desprevenidas, donde muchas veces no pudimos hacer algo más que gritar, reír o llorar. Participar en las luchas y acciones actuales nos permite ir más allá.
En las reactivaciones de "El tendedero" se intercambiar miradas y gestos comprensivos; se impulsa un fuerte deseo de que las mujeres nos sintamos tranquilas y seguras al caminar por la calle y, sobre todo, se lucha por que se deje de normalizar la violencia hacia la mujer. 'El tendedero' que inició hace 40 años, dejará de tener vida cuando esto se logre en nuestra ciudad.
Betsabé Piña. 19 de abril de 2016
A principios de marzo se pusieron en contacto conmigo de Amnistía Internacional México para invitarme a colaborar con ellos el 8 de marzo presentando El Tendedero frente al Palacio de Bellas Artes.
Acepté inmediatamente. Nada me emociona más que la pieza agarre su propio caminito. Era poco tiempo, pero entre la enorme experiencia que tienen ellos y el hecho de que ahorita tengo todos los materiales a la mano (afortunadamente mandé a hacer 100 mandiles), resolvimos la logística en tres patadas. Por su parte, las autoridades del INBA se portaron muy amables y facilitaron que todo se llevara a cabo sin contratiempos.
Para este Tendedero decidimos dejar las mismas preguntas, pero hacer hojitas para respuestas tanto en color rosa, que es el que generalmente utilizamos, como en amarillo, que es el de Amnistía Internacional. Participamos algunas de las integrantes del taller paralelo a la exposición Si Tiene Dudas… pregunte, que estoy dando en el MUAC y miembros de Amnistía. Nosotras con nuestro mandil y ellos con su casaca amarilla y encima el delantal rosa.
Yo pensé que mi participación en la pieza sería recolectando respuestas del público, pero me pasé contestando las preguntas de todos los reporteros que llegaron. Me apantalló el poder de convocatoria de Amnistía.
Fotos Amnistía Internacional México
Las hojitas rosas y amarillas rápidamente fueron llenando la estructura que llevó Amnistía y, a pesar del calor y el ventarrón que nos acompañó, terminamos felices antes de las dos de la tarde.
Unos días después, el 22 de marzo, recibí un mensaje a través de FB de Zinayda Quiñonez, a quien no tenía el gusto de conocer, compartiendo la documentación del tendedero que hicieron en Fe y Alegría Popular Uno Popularte, la escuela en la que imparte clases de arte en Medellín, Colombia, inspirados en El Tendedero de Medellín que se presentó en el MDE15 en el Museo de Antioquia.
El ejercicio fue durante Homenaje al día Internacional de la lucha de la Mujer por la igualdad de derechos y se invitó a los estudiantes desde el octavo al onceavo grado a responder a las preguntas:¿Cómo te sientes cuando estas caminando sola por una calle a la media noche? ¿Cómo hombre qué piensas cuando alguien te dice que te comportas como una mujercita/niñita? ¿Consideras ofensivos los piropos que te dicen en la calle? ¿Te sientes cómoda cuando alguien te mira de arriba abajo mientras caminas por la calle? ¿Sientes que si alguien te dice un piropo en la calle estaría invadiendo tu privacidad?Cada estudiante seleccionaba una pregunta para contestar y agregaban su respuesta al tendedero. También les platicaron de mi pieza. ¿Qué más puedo pedir?
Fotos Zinayda Quiñones
Algunas de las notas que se publicaron sobre El Tendedero con Amnistía Internacional
Invitación: El Tendedero, una instalación de Mónica Mayer contra el acoso callejero. Comunicado de Amnistía Internacional
Instalación de AI y Mónica Mayer contra el acoso callejero por José Antonio Román, La Jornada
Artista cuelga “El tendedero” con experiencias de acoso por Mónica García, Milenio
Mónica Mayer, abril 2016
Cuando leí el título de la mesa en la invitación a participar en ella, me pareció particularmente pertinente porque hablar de vocabularios contra el acoso hace referencia a un conjunto de palabras, experiencias y significados en torno al acoso que ya podemos nombrar. Nos ha llevado tiempo verbalizar experiencias de acoso por distintos motivos: por sentirnos culpables, por sentirnos responsables, por sentir vergüenza, por miedo a no sentirnos apoyadas, por dudar de nosotras mismas, porque nos han callado, porque no encontrábamos las palabras para decirlo, porque nos causaba mucha ansiedad, por sentir confusión, para no incomodar.
Ante los testimonios de mujeres principalmente, sobre experiencias de acoso callejero en diversos países hoy podemos nombrar los tipos de acoso sexual en el espacio público: miradas lascivas, tocamientos, piropos, silbidos, besos, bocinazos, jadeos, ruidos y susurros con connotaciones sexuales, gestos obscenos, comentarios sexuales, fotografías y videos no consentidos y grabados con fines sexuales, exhibicionismo, persecuciones y arrinconamientos, masturbación con o sin eyaculación. El acto de nombrar es un acto muy poderoso para señalar, visibilizar y denunciar. Si no tenemos palabras para denunciar un abuso, reclamar un derecho se vuelve muy difícil. Es innegable que la capacidad de nombrar resulta empoderadora.
El trabajo que Mónica Mayer ha realizado con El Tendedero es extraordinario porque ha ordenado y dado una salida a cientos (es muy probable que ya sean miles) de testimonios de mujeres sobre una experiencia cotidiana de violencia sexual que ocurre en muchas ciudades del mundo. El valor de estos testimonios se encuentra en diversos niveles. El primero tiene que ver con la visibilización de una realidad social y cultural en la que las mujeres son vistas y tratadas como objetos sexuales en las calles, en los trayectos diarios a su trabajo, a la escuela y a lugares de ocio, entre otros.
La primera vez que fue presentada esta pieza en 1978 en el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México la pregunta que invitaba a hablar a las mujeres sobre la violencia que viven en espacios públicos fue: Como mujer lo que más detesto de la ciudad es… En los distintos lugares en los que El Tendedero se ha expuesto, las preguntas han ido cambiado para explorar con mayor profundidad las clases de violencia sexual que las mujeres experimentan. La reactivación de esta pieza en distintos espacios y ciudades ha permitido a Mayer y a quienes conocen su trabajo darse cuenta que a lo largo de casi 40 años el tema de la violencia sexual en espacios públicos no ha cambiado, no sólo en la Ciudad de México, sino en otras ciudades del mundo. En ese sentido uno de los valores más importantes del trabajo de Mónica con El Tendedero es que constituye un archivo sociológico sobre cómo las mujeres de distintas nacionalidades, edades y ocupaciones viven las ciudades de forma desigual respecto a los hombres.
Otro ámbito desde el cual El Tendedero contribuye a romper con la invisibilización de esta clase de violencia es desde la facilitación de procesos de habla y escucha a través de talleres y acciones con mujeres donde son compartidas y validadas experiencias de acoso y abuso sexual que en muchos casos son verbalizados por primera vez. Este proceso de verbalización y reconocimiento tiene un valor particular para quienes participan en las piezas de Mónica pues actúa como un mecanismo de liberación emocional y de reconocimiento de lo que deberían ser nuestros derechos.
Una de las mayores dificultades que enfrentamos como sociedad es que el espacio público no se ha reconocido como un lugar y medio fundamental para acceder a otros derechos y oportunidades. Para explicar esto recurro al texto de Gilles Lopovetsky Acoso sexual y democracia, donde señala que el acoso sexual laboral en Francia no cobró relevancia, aún existiendo el delito, sino hasta que fue reconocido socialmente el espacio profesional como un lugar de conformación de identidad y autonomía femenina. ¿No es el espacio público un lugar de conformación de identidad y autonomía femenina también?
“Mientras la identidad femenina se construía a través de las funciones asumidas en el seno de la familia, la representación de las agresiones sexuales en el lugar de trabajo no podía rebasar el lugar de estadio de rumores más o menos anecdóticos, puesto que el sitio verdadero de la mujer no estaba en la empresa sino en el hogar; la desvalorización tradicional del trabajo femenino contribuyó a considerar insignificantes los comportamientos que agredían a las mujeres en su marco profesional”.[1]
Tal actitud, señala, cambió a medida que el trabajo de las mujeres se iba imponiendo cada vez más como un medio para afirmar una identidad social autónoma. A partir del momento en que la identidad profesional de las mujeres adquirió legitimidad social, las agresiones sexuales en el campo laboral resultaron intolerables. ¿No es el espacio público un lugar de conformación de identidad y autonomía femenina también?
Me parece muy importante rescatar estas líneas porque lo que vemos en esta edición del Tendedero que enfocó una de sus preguntas hacia cómo se vive el acoso en un espacio como la universidad, nos lleva a preguntarnos si en los espacios públicos (transporte, calles) y semipúblicos (universidades, plazas, parques, áreas verdes, pasillos y circuitos dentro de las escuelas) la presencia de las mujeres sigue siendo vista como algo menor, como si su presencia en estos espacios fuera únicamente de tránsito y no como una presencia TOTAL donde también las mujeres construimos nuestra identidad y autonomía. El transporte, la calle, los circuitos, las áreas verdes y los pasillos de las universidades y escuelas son medios para acceder a derechos y oportunidades como educación, salud, empleo, servicios y ocio (entre muchos otros) por lo que es fundamental subrayar la importancia de nuestra presencia en estos espacios.
¿Los proyectos artísticos pueden ser relevantes para el ejercicio de los derechos humanos? Un proyecto artístico como El Tendedero contribuye a la construcción de testimonios colectivos sobre la violación a un derecho. A nuestro derecho a una vida libre de violencia. Y estos testimonios son fundamentales para la denuncia social. Articular las experiencias de diversas mujeres ante un mismo problema resulta muy potente discursivamente pues amplifica la voz de un sector no escuchado. Algunas de las mayores amenazas para combatir el acoso son quizá su aparente sutileza y su fugacidad. Lo que vuelve poderoso a proyectos como éste es su capacidad de construir a partir de estos testimonios memoria colectiva para exigir atención inmediata sobre la problemática señalada. Con Vocabularios contra el acoso, es decir, con palabras que nos permiten señalarlo, denunciarlo y describirlo es posible combatir esa aparente ligereza y fugacidad para romper con una práctica cotidiana machista que pareciera que nos quiere sacar de espacios de poder a los cuales hombres, mujeres y todas las personas que no caben en esta clasificación binaria, tenemos derecho por igual: hoy se trata de la calle, la universidad, el transporte, los parques y las plazas. Cada uno de estos espacios es nuestro, no sólo porque están ahí para ser habitados, también porque son el medio para acceder a otros derechos. Esto no debemos olvidarlo.
Finalmente, y sin negar el papel de las leyes para garantizar los derechos de las mujeres; me gustaría concluir invitando a los y las asistentes y participantes de esta mesa a pensar en una pedagogía de la autodefensa femenina[2]; estrategias que nos permitan responder por nosotras mismas ante agresiones e intimidaciones en el espacio público. Posibles respuestas que siembren en nosotras seguridad para exigir y defender nuestros derechos enfrentándonos con la(s) persona(s) que acosan.
Hace una semana me preguntaron qué opinaba sobre la propuesta de Hijas de Violencia que puede leerse como una invitación a la confrontación con el acosador. Pienso que evaluando siempre las condiciones de seguridad bajo las cuales nos encontramos cuando alguien nos está acosando, la confrontación es una forma (dentro de muchas otras) de detener al acosador con frases como: “Lo que estás haciendo se llama acoso”, “No te conozco” o “Nadie pidió tu opinión sobre mi cuerpo”.
De acuerdo con el Observatorio Contra el Acoso Callejero Chile (OCAC), el 72 % de las veces que las personas responden al acosador, éste desiste, se queda en silencio o se va[3]. Compartir estrategias, desarrollarlas colectivamente y articularnos con las instituciones para difundirlas puede ser muy efectivo para combatir el problema de forma colectiva.
Las intervenciones artísticas de Mónica Mayer se convierten en una vía efectiva y visible que fomenta entre la comunidad la participación, la importancia de exigir espacios para alzar la voz y la solidaridad con otras personas, la comprensión de que la apropiación del espacio público es uno de muchos pasos encaminados a conseguir que las oportunidades y derechos para las mujeres no se queden únicamente en la teoría.
[1] Lipovetsky , Gilles. “Acoso sexual y democracia”, La tercera mujer, Anagrama, Barcelona. 1997 p.74.
[2] El concepto de pedagogía de la autodefensa femenina , propuesto por Gilles Lipovetsky, se basa en la premisa de que si los hombres deben respetar la voluntad de las mujeres, nosotras podemos reconocer que tenemos la capacidad de expresar lo que no queremos y no renunciar a enfrentarnos a ellos directamente.
[3] Encuesta de acoso callejero realizada por OCAC Chile, 2014 . Realizada vía web a 3234 personas entre 10 y 64 años de todas las regiones del país.
Presentación realizada en la Mesa
Vocabularios contra el acoso en el
marco de la Exposición Si Tiene Dudas…
Pregunte de la artista Mónica Mayer.
8 de Marzo de 2016
MUAC-UNAM
Foto: Cecilia Miranda
Me enteré del taller del Tendedero de Mónica Mayer por la difusión que le hizo el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) en sus redes sociales. En un principio, la razón por la que asistí fue porque me interesaba tener un acercamiento con el “feminismo” y qué mejor, pensé, que acercarse a él desde una perspectiva relacionada con el arte, que es a lo que me dedico.
Para mi sorpresa, el taller empezó con una multitud de gente de todo tipo: antropólogxs, artistas visuales, psicólogxs, actores, arqueólogxs, dramaturgxs, economistas... y cada quien con su posicionamiento personal con respecto al feminismo. Esto, como es de esperar en un grupo tan diverso con un tema tan delicado por todas las lecturas que se tienen al respecto, suscitó molestias entre los que querían una explicación sobre por qué el grupo era mixto y necesitaban un grupo de mujeres, los que estaban en contra… En fin, con mi poca experiencia en el tema, me sentí en el ojo del huracán (muy a la Sylvia Plath), esperando a ver cómo era que Mónica iba a responder a ello.
Desde que empezó a hablar y dialogar mantuvo la calma. Para mi sorpresa, por ser alguien con su trayectoria en el feminismo y la cultura, se interesaba en mantener un diálogo abierto, sin ninguna pretensión intelectual. Y debo confesar que volví a la sesión siguiente por curiosidad antes que otra cosa.
Con el paso de las sesiones, el grupo se redujo considerablemente. De las cincuenta personas que éramos ese primer día, quedamos alrededor de diez, cosa que facilita la comunicación entre cada una de nosotras. Y ahí es donde radica la importancia del taller para mí, que más que un taller, es un círculo de estudio acerca del acoso sexual callejero en donde abundan la reflexión personal y colectiva, los cuestionamientos, la confianza para abrir experiencias personales para profundizar, ver el problema desde distintos puntos de vista y abrir la posibilidad de tomar acción en contra del acoso… He de admitir que la aproximación que he tenido con el feminismo no es la que esperaba cuando llegué el primer día al taller. He leído sobre el tema, pero no se compara con aprenderlo a partir de la relación con otras mujeres y colectivos activistas que han ido a presentarse. Es un espacio en donde la línea que supuestamente separa la teoría y la práctica no existe. Aunque suene jocoso, este círculo del Tendedero es pertinente porque, a partir de la comunión surge el empoderamiento para enunciar las ideas y tomar acción; así como la esperanza de que el acoso sexual puede tener un fin.
Sara Guerrero Alfaro, 2016