El Tendedero es una instalación participativa que presenté por primera vez en 1978. La pieza ha tenido varias reactivaciones y se ha presentado como documentación otras tantas. Toda la información la encuentran en Tendiendo redes en este mismo blog. Durante la exposición se está llevando a cabo una nueva reactivación de la pieza, misma que se documentará aquí.
EL TENDEDERO DEL MUAC Y EL TALLER DE HABITAJES
LAS PRIMERAS SESIONES DEL TALLER Y LAS PREGUNTAS
SOBRE EL TENDEDERO, EL TEXTO DE SARA GUERRERO
VOCABULARIOS CONTRA EL ACOSO. LA IMPORTANCIA DE NOMBRAR
LOS RETOÑOS: EL TENDEDERO DE AMNISTÍA INTERNACIONAL Y EL DE ZINAYDA QUIÑONES
EL TENDEDERO: LA VERSIÓN DE BETSABÉ PIÑA
EL TENDEDERO SE VA A ZACATECAS
EL DESTENDEDERO EN LA MANIFESTACIÓN
EL TENDEDERO Y SUS SALTOS A LA CULTURA POPULAR
EL TENDEDERO SEGÚN CINTHIA BOLIO
EL TENDEDERO DE LA FACULTAD DE FILOSOFÍA
El Tendedero es una obra mayor de edad que ha aprendido a tomar su propio camino. En ocasiones me visita y yo la hago, pero a veces otras personas se encargan de darle vida.
Un día, durante la exposición en el MUAC, conocí a Ignacio Lozano Verduzco quien, además de ser profesor-investigador en la Universidad Pedagógica Nacional, estaba en proceso de organizar junto con otras personas la V Jornada de Equidad de Género: Salud, Diversidad y Ciudadanía en la Facultad de Psicología de la UNAM. Me invitó a participar en una mesa sobre arte feminista con Jaime Géliga Quiñonez, José Antonio Romero y María Laura Ise quien es parte del colectivo M.O.R.R.A. y naturalmente se me antojó muchísimo dialogar con investigadores jóvenes. Pero también me planteó que durante nuestra mesa, que abría la jornada, hiciéramos un Tendedero. No me pude negar.
Cuando llegué a la facultad, pasé al baño antes de que empezara la mesa y me llevé una gran impresión al ver que en cada cubículo había un botón de emergencia. ¡Hasta las ganas de hacer pipí se me quitaron! Lo primero que hice fue preguntar si en el baño de hombres también los había y, como sospechaba, no es el caso.
El Tendedero de Psicología todavía no tenía preguntas porque se había planteado que estas salieran de la discusión, pero ante esta situación, propuse que fueran: ¿Qué siento cuando entro al baño y veo un botón de emergencia? y ¿Qué podemos hacer para que no sean necesarias estas acciones?
Al terminar la mesa el equipo organizador rápidamente montó el Tendedero y las respuestas empezaron a llegar.
En el inter me enteré que los botones ni siquiera servían y que el día que varias chavas detuvieron a un acosador que se había metido a tomarles fotos en el baño, los encargados de seguridad en la facultad no hicieron nada. En fin. Falta mucho para acabar con el acoso, incluyendo dejar de tomar medidas que sólo lo naturalizan aún más como estos botones o de la separación de hombres y mujeres en el transporte público.
Conozco el trabajo de Cintia Bolio desde 2003, cuando fue la presentación de libro/ inauguración de exposición del proyecto Las moneras llegaron ya de Agustín Sánchez González en el Museo de la Caricatura, y sobre el cual escribí una nota con el mismo título para El Universal que todavía puede leerse en internet.
El año pasado, ambas fuimos invitadas a participar en la gala de Semillas ahí estuvimos de vecinas: ella pintando en vivo y en directo y yo con mi Tendedero.
Ahora, todo el merequetengue de acosos sexual callejero que llevó a las distintas manifestaciones de la llamada Primavera Violeta, con todo y su movilización el #A24, nos ha unido de nuevo. Por un lado, ambas participamos en una mesa en el Coloquio Acosos Universitarios 2016 en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) el pasado 27 de mayo. Nunca la había escuchado hablar y me encantó. Es clara, inteligente, profunda y ágil, como debe toda monera que se respete y toda conferencista también.
Ese día me dio un regalo espléndido: en su versión de la Primavera Violeta en El Chamuco, aparecen referencias a El Tendedero y a la Editatona. Creo que ahora que complete mi reporte para el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA), en el rubro de premios recibidos, éste será el más importante de todos.
Monica Mayer junio 2016
Las integrantes del Talller El Tendedero. Foto Valeria Marriot
Cada vez que hago una versión de El Tendedero confirmo que 80% de una pieza es su contexto y el resto lo que proponemos desde el arte.
El Tendedero del MUAC ha sido extraordinario. Sin duda ayudó el escaparate del museo, pero también coincidió con una coyuntura particular: la serie de sonadísimos casos de acoso sexual callejero de las periodistas Andrea Noel, de Natalia de la Rosa, editora de El Universal y de Gabriela, la estudiante de la FES Acatlán eventos que, entre otras cosas, llevaron a la movilización del #A24 en contra de las violencias machistas. Partiendo de Ecatepec, en donde el nivel de feminicidios y violencia hacia las mujeres es particularmente grave, la movilización reunió a miles de mujeres en la CDMX, pero hubo protestas en muchos estados. A partir de este evento ha habido una cascada de acciones: desde el Muro del Acoso en la UAM, el impactante hashtag #miprimeracoso y las historias sobre lo mismo que muchas compartimos en nuestros perfiles en FB y la irrupción en obra de teatro para denunciar casos de acoso y violación por parte del director, hasta el I Coloquio de Acosos Universitarios que se llevó a cabo en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH). Todo esto ha contribuido a que El Tendedero reverbere de una manera muy singular porque es un tema que todo mundo está discutiendo.
El Tendedero, como ya comenté en mi texto Los retoños: el tendedero de Amnistía Internacional y de Zinayda Quiñones y otros textos en este blog, ha tenido sus reverberancias en el mundo del activismo, la pedagogía y el arte, pero lo que más me ha sorprendido hasta ahorita es como también logró saltar a la cultura popular.
Les dejo dos ejemplos:
El primero es el vlog de Rawyana, quien aproximadamente en el minuto 8 habla de El Tendedero en el MUAC y posteriormente de su primera experiencia de acoso.
El otro es este pequeño video de Mensajeros urbanos, a quienes escribí para ver si era mera coincidencia, pero nunca contestaron.
Por lo pronto las respuestas El Tendedero en el MUAC siguen aumentando. Ya tenemos aproximadamente 7,500 respuestas. Ha crecido tanto que primero nos reunimos para colgarlas todas y hacer el Megatendedero y después vimos que lo que hacía falta era ampliarlo, por lo que en el museo nos hicieron dos extensiones a cada lado.
Si bien me da mucho gusto el éxito de la pieza, que rebasó por mucho mis expectativas y me parece fundamental sacar a la luz pública el problema del acoso sexual para empezar a plantear soluciones, sigo pensando que el mejor Tendedero será aquel que no logremos obtener una sola respuesta.
Fotos Valeria Marriot
Foto M. Mayer
Mónica Mayer
Junio de 2016
El feminismo es uno de tantos conceptos que me ha demostrado que no hay dicotomía alguna entre teoría y práctica; que el pensamiento es acción y la acción, manifestación de procesos conceptuales. Re-analizar nuestro presente y nuestras formas de convivencia, necesariamente nos hace mirar el mundo, relacionarnos con nuestro contexto de forma distinta y tomar partido frente a actos que antes ni siquiera hubiéramos cuestionado.
Este proceso de aprendizaje sin duda se vuelve mucho más complejo y enriquecedor cuando se practica en colectivo. Las relaciones que se generan a partir de comentar un tema, compartir los puntos de vista y las discusiones ayudan a construir un conocimiento más complejo. Que no sólo es individual, sino también comunitario. Siempre he sido partidaria de la frase: dos cabezas piensan mejor que una. Todo puede ser posible cuando dos personas se juntan.
El taller “El Tendedero” gestado por el MUAC e impartido por Mónica Mayer, en diálogo con su exposición “Si tiene dudas…” ha trabajado en ese sentido: busca la construcción de acciones y proyectos personales a partir del intercambio de saberes y experiencias entre las integrantes. Una puede entender el feminismo cuando lee teoría, pero es en el ir y venir de las dinámicas -que consisten en escuchar y compartir-, cuando se comprende, se corporiza y se descubre el valor y potencialidad de las relaciones sociales.
Es en ese contexto en el que nace el proyecto Tejiendo Cómplices: una iniciativa colectiva que busca activar los vínculos sociales invisibilizados para que el rechazo al acoso sexual callejero sea denunciado. El objetivo es que tanto la acosada como el testigo asuman el papel determinante que cada uno juega para frenar este tipo de violencia. Creemos que la sensación de acompañamiento, de complicidad, es fundamental para empoderarnos y ACTUAR en contra del acoso, en contra de la indiferencia al otro.
Tejiendo cómplices, ante todo, trabaja con un discurso que apuesta por lo íntimo, (lo personal es político) tomando distancia de señalamientos agresivos. Se suma a las propuestas prácticas y activas para acabar con el acoso sexual sin perder de vista que se busca generar relaciones, activar vínculos y crear complicidades.
La iniciativa funciona por medio de dos dispositivos de encuentro. El primero es a través de una carta que se reparte o “abandona” aleatoriamente en un lugar para que sea recogida y leída por una mujer. La carta comienza con un lenguaje íntimo, que comparte un mensaje creado a partir de una serie de experiencias personales relacionadas con el acoso sexual: busca la empatía y el reconocimiento del acoso como un acto agresivo que debe dejar de ser normalizado. Se invita a la lectora a que le pase la carta a otra mujer, dejando manifiesto que hay que señalar el acoso sexual cuando se suscite, aunque la mujer que resulte agredida en el momento, le sea desconocida. “Hoy por mí, mañana por ti”.
Foto: Nancy García Díaz
El segundo dispositivo es una experiencia presencial en el que se interviene un espacio público para decir el discurso, con la misma lógica que el de la carta, directamente a las mujeres. Personalmente, esta experiencia ha sido la que más me ha llamado la atención pues, al estar en una relación directa, se puede observar realmente qué efecto genera el discurso en el interlocutor. Es claro y comprensible que al momento de acercarse a una desconocida, esta genera actos de defensa, pero una vez que cede para escuchar y las palabras empiezan a fluir, los muros de protección y las sonrisas tímidas se desvanecen ante el reconocimiento del acoso sexual. La comprensión del fenómeno en su persona y las implicaciones que tiene en nuestro modo de andar por la calle y de relacionarnos con los demás, suscita empatía.
Foto: Mónica Mayer
Para mí, es ahí donde radica la importancia del proyecto: en esa mirada entre dos extrañas seguida por un “sí” como respuesta a la pregunta: Yo te defendería, ¿harías lo mismo por mí? Esto no es más que un gesto de amor entre desconocidas que comprueba que la sororidad, entre otros valores de relación social, por más invisibilizada que esté, está latente y viva. Qué importa que la interlocutora haya oído hablar del feminismo o no, lo practica con una mirada de complicidad y enunciando un “sí”.
Por último, me gustaría recalcar la pertinencia de acciones como las que Tejiendo cómplices propone, en especial en el contexto en que se encuentra nuestro país, el cual está separado por la ola de violencia, en donde no vemos obligados cada vez más a relacionarnos con desconfianza, fomentando la individualización. Tejiendo Cómplices apuesta no sólo por acabar con el acoso sexual callejero, sino por regenerar el tejido social, proponiendo formas distintas, que parten del afecto y empatía, de relacionarnos. Con “proponer formas distintas” me refiero a hacer un ejercicio de re-descubrir la otredad y lo que pueden llegar a lograr dos seres unidos por un objetivo común, lo que puede llegar a lograr la complicidad.
Junio 2016.