Esta serie la hice cuando mi primogénito estaba chiquitito. No sé qué más decir sobre estas piezas. No recuerdo anécdotas específicas que me hayan llevado a hacerlas, sólo sensaciones físicas. Para ellas no hice investigación alguna sobre el tema de la maternidad, como sí sucedió posteriormente en todos mis trabajos de la exposición Novela rosa o me agarró el arquetipo, algunos de los cuales se incluyeron en la muestra. Simplemente hablaban de la maternidad como la viví y como me transformó.
Mónica Mayer, 2016
Las bodas y el divorcio es una instalación documental que reúne ejemplos del trabajo íntimo que hemos realizado Víctor Lerma y yo desde 1980 a través de performances muy personales.
Para la exposición digitalizamos y editamos los videos que pueden ver abajo. Sachiko Uzeta generosamente nos apoyó haciendo dirigiendo la edición de los materiales, que fue realizada por Tonantzin Arreola.
Foto falsa a 10 años de la boda
Mónica Mayer, 2016
Autor no identificado Foto: Jorge Alberto ARrola Barraza
Hay dos cosas que me he creído en esta vida. Una de ellas es que “lo perso nal es político”, la conocida frase de la segunda ola del feminismo a la cual me integré en los 70’s, y la otra es la idea que no hay fronteras entre la vida y el arte. El segundo núcleo de la exposición, que se llama Hacia otra erótica: arte, vida y afecto, da cuenta de esto a través del proyecto Las bodas y el divorcio que incluye una serie de performances sobre nuestra relación aquí presentes y de una selección de mis obras de los años 80 incluidas más adelante.
Conocía a Víctor Lerma en 1972, empezamos a andar juntos en 1975, nos fuimos a vivir juntos en 1978, nos casamos en 1980 y fundamos Pinto mi Raya en 1989. Hemos compartido la vida y el arte.
Abajo encuentran la documentación completa del proyecto.
M. Mayer, 2016
Conozco el trabajo de Cintia Bolio desde 2003, cuando fue la presentación de libro/ inauguración de exposición del proyecto Las moneras llegaron ya de Agustín Sánchez González en el Museo de la Caricatura, y sobre el cual escribí una nota con el mismo título para El Universal que todavía puede leerse en internet.
El año pasado, ambas fuimos invitadas a participar en la gala de Semillas ahí estuvimos de vecinas: ella pintando en vivo y en directo y yo con mi Tendedero.
Ahora, todo el merequetengue de acosos sexual callejero que llevó a las distintas manifestaciones de la llamada Primavera Violeta, con todo y su movilización el #A24, nos ha unido de nuevo. Por un lado, ambas participamos en una mesa en el Coloquio Acosos Universitarios 2016 en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) el pasado 27 de mayo. Nunca la había escuchado hablar y me encantó. Es clara, inteligente, profunda y ágil, como debe toda monera que se respete y toda conferencista también.
Ese día me dio un regalo espléndido: en su versión de la Primavera Violeta en El Chamuco, aparecen referencias a El Tendedero y a la Editatona. Creo que ahora que complete mi reporte para el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA), en el rubro de premios recibidos, éste será el más importante de todos.
Monica Mayer junio 2016
La presencia de Víctor Lerma en esta exposición es tan constante como lo ha sido en mi vida.
Él documentó los primeros Tendederos hace casi 4 décadas y me tomó las fotos para las piezas en las que integro mi fotografía como el Diario de las Violencias Cotidianas. Victor también hizo los marcos de toda mi exposición Novela rosa o me agarró el arquetipo. Incluso ahora, él se ha encargado de una buena parte de la producción de los materiales de uso cotidiano en la expo. En nuestro equipo hay trabajo conjunto a la hora de pensar y diseñar proyectos, pero también una clara división: Víctor se encarga de lo que requiera un alto grado de habilidad manual o paciencia y lo verbal o escrito me toca a mí.
Por otro lado, desde siempre estamos organizando proyectos conjuntamente, empezando por los performances que hemos hecho a lo largo de la vida y que hoy en bola se llaman Las bodas y el divorcio, Y, desde 1989 fundamos Pinto mi Raya, pieza de largo aliento que llevamos más de 25 años trabajando. En pocas palabras, nos la hemos pasado viendo y viviendo la vida juntos. A veces incluso digo que Víctor es mi disco duro externo: se acuerda de muchas cosas de mi vida que yo misma he olvidado.
Por lo mismo, no podía faltar un Tour especial a la expo para hablar de todo esto y Víctor también dio un recorrido por su cuenta.
Para el que hizo Víctor, le pidió a uno de los custodios su chamarra.
Quizá para sentirse Don Elodio, el personaje central en nuestro libro Pinto mi Raya, (Santillana, 2003) que nosotros escribimos y fue brillantemente ilustrado por Iker Vicente.
A lo mejor fue para aludir al programa de Pinto mi Raya. Un espacio donde las Artes Visuales Suenan, en el que alguna vez entrevistamos a Rómulo Hernández y José Luis Juárez, custodios de ExTeresa: Arte Actual y el Museo Carrillo Gil respectivamente. Pero quizá fue porque pocos días antes les habíamos dado una visita guiada entre los dos al equipo de custodios del MUAC, que resultó especial.
Una vez empezada la visita de Víctor me tuve que salir porque estoy tan acostumbrada a interrumpirlo que me costaba trabajo no hacerlo, lo cual hubiera estado muy gacho. Pero cuentan que estuvo muy bien.
El recorrido que hicimos conjuntamente fue el 4 de junio. Desde un principio nos pusimos un estambre que nos unía del dedo anular, igual al que usamos en los performances de Dualidad Virtual, de la serie Las bodas y el divorcio que hicimos en Japón y que a veces, como la vida misma y como nuestra relación, se nos enredaba.
Así dimos todo el recorrido. Como verán, citando ese mismo performance, mi camiseta decía Soy Víctor y la de él, Soy Mónica.
No sé qué tanto platicamos en ese recorrido. Lo tengo grabado y en algún momento lo escucharé para tratar de ver en qué hacía énfasis cada quien. Para ver si lo dejé hablar. Para ver qué anécdotas contó que yo pueda ahora integrar a mis recorridos. Para ver si se nos salió algún chisme que hubiera estado mejor guardadito en nuestra intimidad.
Mónica Mayer, junio 2016
Las integrantes del Talller El Tendedero. Foto Valeria Marriot
Cada vez que hago una versión de El Tendedero confirmo que 80% de una pieza es su contexto y el resto lo que proponemos desde el arte.
El Tendedero del MUAC ha sido extraordinario. Sin duda ayudó el escaparate del museo, pero también coincidió con una coyuntura particular: la serie de sonadísimos casos de acoso sexual callejero de las periodistas Andrea Noel, de Natalia de la Rosa, editora de El Universal y de Gabriela, la estudiante de la FES Acatlán eventos que, entre otras cosas, llevaron a la movilización del #A24 en contra de las violencias machistas. Partiendo de Ecatepec, en donde el nivel de feminicidios y violencia hacia las mujeres es particularmente grave, la movilización reunió a miles de mujeres en la CDMX, pero hubo protestas en muchos estados. A partir de este evento ha habido una cascada de acciones: desde el Muro del Acoso en la UAM, el impactante hashtag #miprimeracoso y las historias sobre lo mismo que muchas compartimos en nuestros perfiles en FB y la irrupción en obra de teatro para denunciar casos de acoso y violación por parte del director, hasta el I Coloquio de Acosos Universitarios que se llevó a cabo en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH). Todo esto ha contribuido a que El Tendedero reverbere de una manera muy singular porque es un tema que todo mundo está discutiendo.
El Tendedero, como ya comenté en mi texto Los retoños: el tendedero de Amnistía Internacional y de Zinayda Quiñones y otros textos en este blog, ha tenido sus reverberancias en el mundo del activismo, la pedagogía y el arte, pero lo que más me ha sorprendido hasta ahorita es como también logró saltar a la cultura popular.
Les dejo dos ejemplos:
El primero es el vlog de Rawyana, quien aproximadamente en el minuto 8 habla de El Tendedero en el MUAC y posteriormente de su primera experiencia de acoso.
El otro es este pequeño video de Mensajeros urbanos, a quienes escribí para ver si era mera coincidencia, pero nunca contestaron.
Por lo pronto las respuestas El Tendedero en el MUAC siguen aumentando. Ya tenemos aproximadamente 7,500 respuestas. Ha crecido tanto que primero nos reunimos para colgarlas todas y hacer el Megatendedero y después vimos que lo que hacía falta era ampliarlo, por lo que en el museo nos hicieron dos extensiones a cada lado.
Si bien me da mucho gusto el éxito de la pieza, que rebasó por mucho mis expectativas y me parece fundamental sacar a la luz pública el problema del acoso sexual para empezar a plantear soluciones, sigo pensando que el mejor Tendedero será aquel que no logremos obtener una sola respuesta.
Fotos Valeria Marriot
Foto M. Mayer
Mónica Mayer
Junio de 2016
Belleza, Arte y Precariedad, también conocido como El Apapacho Estético, es un performance que surgió como una propuesta de Ignacio Plá y Andrea Bravo del Departamento de Programas Públicos del MUAC cuando empezamos a planear los proyectos paralelos a mi exposición. Ellos conocían a Diego Sexto y la estupenda labor de las Brigadas de Belleza Itinerante, el aguerrido grupo de estilistas que visita grupos vulnerables para regalarles cortes, peinados, tintes, pero más que nada su cariño y les pareció que podíamos hacer algo conjuntamente.
De inmediato me interesó la propuesta porque el objetivo de Pinto mi Raya, el proyecto de arte conceptual aplicado que iniciamos en 1989 Víctor Lerma y yo, es lubricar el sistema artístico y los temas de nuestras dificultades gremiales nos encantan. En este performance, los artistas seríamos esa comunidad a la que haría falta apapachar por la precariedad económica, de tiempo y de solidaridad gremial en la que subsiste. También se me hizo atractiva por el juego que implicaba entre la estética y lo artístico, así como por el gusto de reflexionar sobre el arte utilizando algo que es básicamente del mundo de lo “femenino”.
Nos reunimos con Diego y con Olga Nidia Valencia y poco a poco fuimos cocinando el Apapacho Estético, que se llevó a cabo el 22 de mayo en el Ágora en el MUAC.
Mi apapacho personal fue durante una sesión fotográfica para la difusión del evento en la que Terkita me maquilló, Miguel Ángel Muñoz me peinó y Cecilia Miranda se encargó de la sesión fotográfica, que fue muy divertida.
Fotos: Cecilia Miranda
El Apapacho Estético incluyó varios componentes de los cuales iré escribiendo detalladamente, pero por lo pronto comparto un resumen.
Afuera del museo el público encontraba a Alejandra Gorráez Puga invitando al público a hablar sobre la precariedad en el arte y/o a responder a varias preguntas sobre el tema sobre hojas sobre mamparas.
Foto: Antonio Juárez
Una vez que entraban y se registraban, pasaban a la cabina del “Antes” y “Después”, en donde Cecilia Miranda les hacía dos preguntas: Al principio ¿Qué es lo más gacho que te han hecho en el medio cultural? y después de su apapacho ¿Qué podrías hacer para combatir la precariedad en el arte o qué es lo más lindo que han hecho por ti en el medio?
Foto: Antonio Juárez
Fotos: Cecilia Miranda
De ahí pasaban a su apapacho, que podía ser un corte, peinado, tinte, asesoría de imagen o maquillaje en las manos expertas de casi 40 generosos y talentosos brigadistas.
Fotos: Antonio Juárez
Una vez embellecidos, regresaban a la cabina a tomarse la foto de “Después” y se integraban al intenso foro de discusión conducido por las agudas e inteligentes Vivian Abenshush y Pilar Villela.
Concluimos la sesión partiendo un gran pastel que decía, como María Antonieta: “Coman pasteles”, para apapachar a Diego, cuyo cumpleaños había sido recientemente. Foto: Mónica Mayer
Como siempre, nuestro cómplice y colaborador en este proyecto fue el fotógrafo Antonio Juárez, cuyas fotografías en b/n en este texto relatan la acción como mil palabras no podrían.
Texto: Mónica Mayer
Junio 2016